La historia del Santuario de la Naturaleza San Juan de Piche comienza con un firme compromiso por proteger la rica biodiversidad y los procesos ecosistémicos únicos que caracterizan a este lugar. En el año 2013, en medio de la solicitud de su declaratoria como santuario, se enfrentó a una seria amenaza debido a una solicitud de explotación minera que buscaba extraer oro. Sin embargo, gracias a una decisión judicial pionera de la Corte de Apelaciones de San Miguel, que priorizó la protección ambiental exigiendo un Estudio de Impacto Ambiental, se logró un importante triunfo legal que limitó el interés minero en favor del ecosistema. Desde su declaratoria, la gestión del Santuario ha estado a cargo de la Corporación Robles de Cantillana, una organización sin fines de lucro dedicada a la conservación de áreas de alto valor ecológico.